martes, 1 de mayo de 2012

Hoy me he dado cuenta de lo rápido que pasa la vida, a la velocidad que pasan los días y los años. Hoy era el cumpleaños de mi abuela. La vida no le ha tratado muy bien los últimos años. Ha perdido a su hijo y su marido esta muy emfermo. Es muy duro tener que escuchar llorar a tu abuela casi diariamente y peor oirla repetir que para llegar a estar así, mejor no llegar a viejo. Mi abuelo apenas se percata de nada, delira un poco y se pasa la vida en el sillón frente a la tele y todo sin poder quejarse pero, aun así, siguen dandose besos en la mejilla y sí, se siguen queriendo a pesar de todo. Esos tiempos no fueron fáciles, para nada, pero ahí estan. Sé que muchas personas no podran decir lo mismo de sus abuelos por que ya no estan. Quizás les vea durante unos años más o tal vez mañana me falten, pero son un claro ejemplo de amor, tanto como esos abuelitos que se ven en el Titanic abrazados de la cama y este tipo de cosas son las que me hace pensar en lo que nosotros creemos que son problemas.

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